viernes, 4 de noviembre de 2011

El maestro Antonio Valencia

Tomado de Diario del Huila.
Columnistas |Abril 21 de 2011
El maestro Antonio Valencia
Delimiro Moreno

http://www.diariodelhuila.com/noticia/13933

Con motivo del excelente Encuentro de Escritores y el “Festival de Poesía y otros asuntos” que se desarrolló en Neiva entre el 13 y el 16 de abril, bajo la dirección de la Secretaria de Cultura del Departamento, Nubia Monje; el director de la Biblioteca “Olegario Rivera”, Miguel Polanía, y el escritor Esmir Garcés, y contó con la participación de los distinguidos escritores nacionales Evelio Rosero, Robinson Quintero, Hernán Vargas Carreño, Guillermo Martínez, Nelson Romero, Jáder Rivera y Adrián Pino Varón, se realizó un merecido homenaje al pintor quindiano, maestro Antonio Valencia Mejía, autor, entre otras obras, del mosaico emblemático de la Gobernación del Huila.

Este mural, el primero en mosaico en Colombia, fue posible gracias al empeño del mejor Gobernador del Huila, el “hermano Pola”, o sea don Héctor Polanía Sánchez, quien se trajo al inmenso artista quindiano de Bogotá y lo instaló en Pitalito, concretamente en su finca “Pompeya”, para que allí creara el minucioso mural, con piedrecillas naturales, extraídas de los ríos y quebradas nuestros, y hasta traídas de otros varios sitios del mundo, para producir su magnífica obra, no apreciada por todo el mundo en lo que realmente vale, hasta el punto de que los actuales inquilinos de la Gobernación no atinan a responder a los turistas que indagan por ella, dónde se encuentra…

En la bellísima carpeta editada por la Secretaría de Cultura del Departamento para presentar la magnífica exposición de óleos del maestro, en la Sala de Exposiciones del Museo de Arte Moderno en el Centro de Convenciones, el acertado pintor y crítico de arte, Miguel de León, nos informa:
“El pintor compra una finca, “El Caballo Negro”, viviendo y trabajando varios años en ella. Agrupa la bohemia cultural (de Pitalito) a su alrededor en “El Atrio”, tertuliadero que se creó para la ocasión. Era fácil distinguir al maestro, “un hombre alto, buen mozo, se parecía Manolete” como lo describe la pintora Lucy Tejada, esposa del pintor, quienes venían de hacer parte del grupo del café Automático, donde se reunían los intelectuales y los poetas de la época. Valencia trasciende por su habilidad para hacer retratos, “recuerdo por ejemplo, el retrato de León de Greiff, quien iba a posar a la casa. Le posaba a Antonio Valencia, que sabía hacer unos buenos retratos”, dice Lucy Tejada. Por eso, en él se reunían la pintura y la literatura, una mezcla que se desarrolló en ese improvisados tertuliadero laboyano. Posteriormente, él mismo motivó la creación de una singular escuela…”
Estamos de acuerdo con Miguel de León en que “el mosaico” del maestro Valencia no sólo fue representativo del Festival, sino que lo es de la región, porque él resume su historia de manera acertada y rinde homenaje a sus momentos estelares y a sus mejores hombres.

ANTONIO VALENCIA SE FUE SIN DECIR ADIÓS

Era un hombre alto, buen mozo, se parecía a Manolete . Así lo recordaría muchos años después, frente al escritor Fernando Cruz Kronfly, la pintora Lucy Tejada.

Era muy bueno para hacer retratos , sigue el relato de la artista. El captaba con total nitidez, muy rápidamente, tanto el carácter como la mirada de la gente. Era muy rebelde. De joven se fue de la casa porque era demasiado andariego también .

Este retrato de Antonio Valencia lo pintó el año pasado la conocida artista en su libro Lucy Tejada, su obra. Son tres pinceladas, muy fugaces, matizadas con la pluma de Cruz Kronfly.

Es el recuerdo de Lucy de su primer amor en la fría planicie bogotana, cuando dejó la Javeriana femenina, donde estudiaba decoración, para irse a la Nacional a estudiar bellas artes.

Valencia, pintor, muralista, uno de los mejores retratistas de mediados de siglo, murió hace un mes, el 18 de septiembre, en Armenia. Su muerte pasó casi desapercibida.

Había regresado hace cinco años a esa ciudad, con la esperanza de retornar pronto a Europa, pero nunca lo pudo hacer. Estaba inválido, como consecuencia de un virus en la columna vertebral, pero así siguió trabajando. En silla de ruedas elaboró un enorme mural en el Parque del Café.

Son suyos los murales de las gobernaciones del Quindío en Armenia y del Huila en Neiva.

Valencia, cuya debilidad fueron las mujeres, nació en 1926 en Circasia, Quindío. Fue un hombre sencillote, típico pueblerino que usó pantalón corto hasta los 21 años . Así lo recuerda su hijo Alejandro.

Se fue a estudiar Bellas Artes en Bogotá, donde se destacó como retratista. El maestro León de Greiff iba a su casa a posarle. Esta habilidad le valió varias becas y distinciones. También fue fundador y editor de la revista Plástica, la primera en su género en el país, que era ilustrada con trabajos de Hernando Tejada.

Corría el año 47. Lucy se destacaba como estudiosa del arte. Por eso cuando Alejandro Obregón le sugirió que se cambiara a la Nacional para estudiar Bellas Artes entró directamente a quinto semestre. Allí se encontró con Antonio Valencia. Eran los únicos alumnos de ese curso. Esa cuasi privacidad fue cómplice para un vertiginoso romance que terminó el mismo año en matrimonio.

Eran un par de iconoclastas, al igual que sus padrinos Pachito Eché (Echeverry) y Fernando Gaitán Durán. Tanto que el cura de la iglesia de Egipto, situada en una loma bogotana como la de San Antonio en Cali, tuvo que pegarles un berrido porque no se querían arrodillar a la hora de la Elevación.

Años después la pareja de artistas estuvo un tiempo en la Guajira. Ella regresó a Bogotá a alumbrar a su hija Claudia, y él se quedó. A mi me tocó sola todo lo de la niña y hasta debí elegir su nombre, porque Antonio desde la Guajira me dijo: ... se va a llamar Pampaestepa .

Después, con una beca de la Metro donde Antonio ocupó el primer puesto y Lucy el segundo, viajaron a España. Pasearon mucho, visitaron museos en Madrid, París, Toledo, Marruecos, Granada, Sevilla Málaga.

Pero cuatro años después, en forma inexplicable, él la dejó. Se fue con una cantante de tangos. Dicen que los acompañaron Gaitán Durán y la escultora Felisa Burstein, también en plan de fuga.

Uno de los retratos más famosos de Valencia es el del poeta de Greiff. Pero además de su arte, también era famoso por sus travesuras. Su hijo Alejandro recuerda una de las más sonadas, cuando le dio una trompada al entonces político de Facatativá Julio César Turbay Ayala presuntamente porque no le pagó un trabajo para un periódico o una revista.

Publicación tomada de eltiempo.com
Sección
Cultura y entretenimiento
Fecha de publicación
25 de octubre de 1998
Autor
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http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-845760